Este es un post escrito por Guillem Recolons, @guillemrecolons Cofundador y Consultor de Soy Mi Marca aquí en España. Simplemente voy a traducirlo al inglés, ya que soy un firme creyente de que esta idea tiene que traspasar fronteras y calar en todas las culturas de empresa. No dudes en reenviarlo a todos aquellos CEO’s que consideres que necesitan abrir los ojos a esta realidad. Porque, lo creas o no, esto es realmente clave para el crecimiento de su negocio y su reputación, y sé que algunos de ellos no son lectores activos en Twitter ni LinkedIn. ¡Que lo disfrutes!
«En menos de cinco años, ya me habré reunido con una docena de empresarios que situaban a la empresa por encima de sus profesionales. Poco vale explicarles que hoy los mercados son conversaciones y que las partes interesadas, incluidos nuestros clientes, confían más en nosotros como personas que en la marca o empresa para la que trabajamos.»
Mi compañero Jordi Collell lanzó el pasado 30 de enero de 2015 un post demoledor con las conclusiones de la Encuesta de Confianza Edelman 2015, que sitúa al gobierno, las empresas, los medios de comunicación y las organizaciones no gubernamentales en la frontera de la menor confianza por parte de ciudadanos y consumidores. El estudio también concluye, que las personas (consumidores y ciudadanos) creen en el empleado en lo que respecta al compromiso un 47% frente a un 21% del CEO, en la integridad un 34% frente a un 31% del CEO, en el propósito un 34% frente a un 23% del CEO y en lo que respecta a su opinión sobre las operaciones un 31% frente a un 23% del CEO. La excusa N1 que dan los empresarios para negarse a aplicar programas de Employee Branding, es que temen que sus profesionales abandonen la empresa y se lleven con ellos el know-how y su marca personal. «Nos centramos en la Marca Corporativa, las personas están de paso». Es una afirmación recurrente, y aunque pueda ser cierta, sólo demuestra que esas empresas tienen miedo -y no valoran a su gente- Tienen miedo de poner recursos tras profesionales que pueden acabar yéndose a trabajar para la competencia. Tengo varias respuestas al respecto: 1.– Los recursos se comparten. El profesional que elige actuar como Embajador de Marca, ha tenido que invertir un tiempo precioso en comprender cómo y qué hace única a su empresa, qué la diferencia, su visión, misión y valores. Ha tenido que analizar la posible simbiosis personal con la marca que le permita un discurso creíble y relevante ante sus clientes, empleados, proveedores, accionistas… Por tanto, no se trata sólo de lo que el empresario invierte en el profesional, es una inversión conjunta. 2.-Mi empleado se irá algún día. El profesional que pretende dejar la empresa e irse a la competencia, lo hará antes y con más ímpetu, si se da cuenta de que tu empresa no apuesta por él. Eso es lo que debes temer como Consejero Delegado o Director General. 3.- Intraemprendedores. La marca personal fue definida por primera vez por Tom Peters en su artículo «The brand called You» de 1997, en el que destacaba la importancia de que cada profesional fuera como un propio CEO y un emprendedor con voz y autonomía, así como un embajador de su propia marca personal y de la marca corporativa para la que trabaja. 4.- La gente habla con la gente. El antiguo modelo de comunicación basado únicamente en la publicidad (modelo unidireccional) ha dado paso a la comunicación entre iguales. Una empresa (marca) no debe comunicarse de forma bidireccional con las personas. Necesita a sus profesionales, embajadores de sus marcas. Las empresas deben seguir humanizándose o parecerán robóticas, frías, funcionales. La dimensión espiritual de las marcas es imposible sin la implicación directa de las personas, sin dimensión espiritual no hay empatía, no se llega al corazón del cliente. Esto está cambiando poco a poco, pero seguimos encontrando empresarios que no apuestan por sus profesionales, los que piensan que es mejor invertir un millón de dólares en anuncios de TV que medio millón en su gente. El modelo de liderazgo basado en ocultar sistemáticamente el talento de su fuerza de trabajo, tendrá que llegar a su fin. No podemos hablar de una empresa como una entidad en sí misma, hay profesionales entre bastidores, y esos profesionales son personas».